Paisajes actuales ofrecen atisbos de cuál pudo ser el aspecto de nuestro planeta hace miles de millones de años. A partir del estudio de las rocas más antiguas, de los magmas más profundos e incluso de la superficie lunar, los científicos pueden reconstruir los comienzos de la Tierra, hace unos 4.600 millones de años. Por Tim Appenzeller; Fotografías de Frans Lanting
El joven planeta Tierra era una imagen del infierno: rocas candentes y gases tóxicos. Desde entonces, su superficie se ha enfriado, los continentes se han desplazado, se han formado montañas y se han erosionado, y ha surgido la vida. Casi todos los indicios de cómo era entonces el planeta han desaparecido. Pero al estudiar las rocas más antiguas, los magmas más profundos e incluso la horadada superficie de la Luna, los científicos pueden reconstruir los comienzos de la Tierra. Su parto comenzó hace unos 4.600 millones de años, cuando las partículas de hielo y roca arremolinadas en torno al joven Sol chocaban y se fundían entre sí, creando cuerpos cada vez más grandes, que a su vez se unieron en violentas colisiones y formaron planetas, entre ellos la joven Tierra. En el tumulto, un cuerpo del tamaño de Marte golpeó nuestro planeta con la energía de billones de bombas atómicas, suficiente para fundirlo de lado a lado. La mayor parte de la masa del cuerpo que impactó fue absorbida por el insondable océano de magma que creó. Pero además, la colisión expulsó y puso en órbita una cantidad de roca vaporizada capaz de crear un pequeño mundo. Los residuos no tardaron en agruparse formando una esfera, y desde entonces la historia de la Tierra se ha desarrollado bajo la vacía mirada de la Luna.
El joven planeta Tierra era una imagen del infierno: rocas candentes y gases tóxicos. Desde entonces, su superficie se ha enfriado, los continentes se han desplazado, se han formado montañas y se han erosionado, y ha surgido la vida. Casi todos los indicios de cómo era entonces el planeta han desaparecido. Pero al estudiar las rocas más antiguas, los magmas más profundos e incluso la horadada superficie de la Luna, los científicos pueden reconstruir los comienzos de la Tierra. Su parto comenzó hace unos 4.600 millones de años, cuando las partículas de hielo y roca arremolinadas en torno al joven Sol chocaban y se fundían entre sí, creando cuerpos cada vez más grandes, que a su vez se unieron en violentas colisiones y formaron planetas, entre ellos la joven Tierra. En el tumulto, un cuerpo del tamaño de Marte golpeó nuestro planeta con la energía de billones de bombas atómicas, suficiente para fundirlo de lado a lado. La mayor parte de la masa del cuerpo que impactó fue absorbida por el insondable océano de magma que creó. Pero además, la colisión expulsó y puso en órbita una cantidad de roca vaporizada capaz de crear un pequeño mundo. Los residuos no tardaron en agruparse formando una esfera, y desde entonces la historia de la Tierra se ha desarrollado bajo la vacía mirada de la Luna.
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