Capaces de medrar en la árida meseta de Laikipia, en Kenya, los monos patas no sólo corren deprisa. También comen deprisa, se reproducen deprisa y, debido a la amenaza que supone la actividad humana, algunos están muriendo deprisa. Por Lisa Moore Laroe; fotografías de Anup y Manoj Shah
“La ladrona no tenía ni idea de cómo cargar a la cría, cómo sostenerla.” Anup Shah. No es fácil acercarse a los monos patas. Astutos y esquivos, huyen en cuanto ven humanos. Estos primates patilargos, que llegan a alcanzar una velocidad de 55 kilómetros por hora, eludieron fácilmente a la primatóloga Lynne Isbell cuando llegó a Kenya en 1992. Tras seis meses de paciente seguimiento a pie, Isbell pudo sentarse cerca de un grupo que vivía en la meseta de Laikipia. Comenzó así un trabajo de diez años: el más largo estudio de campo ininterrumpido del poco conocido Erythrocebus patas. Como si su reloj biológico estuviera acelerado, los monos patas viven a toda prisa y se reproducen a una edad más temprana que cualquier otro mono del Viejo Mundo. Las hembras alcanzan la madurez sexual a los dos años y medio, y paren a los tres. Las crías son capaces de sobrevivir solas con apenas seis meses, aunque la lactancia suele prolongarse hasta el año. Mientras, las madres se aparean y dan a luz nuevas crías, año tras año. Así, una hembra puede estar preñada y a la vez cuidar de un lactante y de otro hijo mayor.
“La ladrona no tenía ni idea de cómo cargar a la cría, cómo sostenerla.” Anup Shah. No es fácil acercarse a los monos patas. Astutos y esquivos, huyen en cuanto ven humanos. Estos primates patilargos, que llegan a alcanzar una velocidad de 55 kilómetros por hora, eludieron fácilmente a la primatóloga Lynne Isbell cuando llegó a Kenya en 1992. Tras seis meses de paciente seguimiento a pie, Isbell pudo sentarse cerca de un grupo que vivía en la meseta de Laikipia. Comenzó así un trabajo de diez años: el más largo estudio de campo ininterrumpido del poco conocido Erythrocebus patas. Como si su reloj biológico estuviera acelerado, los monos patas viven a toda prisa y se reproducen a una edad más temprana que cualquier otro mono del Viejo Mundo. Las hembras alcanzan la madurez sexual a los dos años y medio, y paren a los tres. Las crías son capaces de sobrevivir solas con apenas seis meses, aunque la lactancia suele prolongarse hasta el año. Mientras, las madres se aparean y dan a luz nuevas crías, año tras año. Así, una hembra puede estar preñada y a la vez cuidar de un lactante y de otro hijo mayor.
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