La ciudad donde nació Jesús es hoy uno de los lugares más convulsos de la Tierra. Un muro de hormigón de siete metros de altura separa a la población musulmana y cristiana de Belén de los cada vez más numerosos asentamientos judíos, y augura un futuro incierto para la región. Por Michael Finkel; fotografías de Christopher Anderson
No fue así como María y José entraron en Belén, pero sí como hay que acceder hoy a la ciudad. Hay que esperar junto al muro, una intimidante barricada de hormigón de tres pisos de altura, rematada con alambradas de espino. A sus pies, uno tiene la impresión de estar en el fondo de una presa. Soldados israelíes armados con rifles de asalto examinan la documentación y registran el vehículo. Está prohibida la entrada, por orden militar, a los civiles israelíes. Y son muy pocos los residentes en Belén a los que se permite salir. El objetivo de este muro, según el gobierno de Israel, es mantener a los terroristas alejados de Jerusalén. Sólo nueve kilómetros y medio separan Belén de Jerusalén, aunque en la comprimida y escindida geografía de la región, este hecho las sitúa en mundos muy distintos. Una postal puede tardar un mes en llegar de una ciudad a la otra. Belén está en Cisjordania, en un territorio anexionado por Israel durante la guerra de los Seis Días de 1967. Es una ciudad palestina; la mayoría de sus 35.000 habitantes son musulmanes.
No fue así como María y José entraron en Belén, pero sí como hay que acceder hoy a la ciudad. Hay que esperar junto al muro, una intimidante barricada de hormigón de tres pisos de altura, rematada con alambradas de espino. A sus pies, uno tiene la impresión de estar en el fondo de una presa. Soldados israelíes armados con rifles de asalto examinan la documentación y registran el vehículo. Está prohibida la entrada, por orden militar, a los civiles israelíes. Y son muy pocos los residentes en Belén a los que se permite salir. El objetivo de este muro, según el gobierno de Israel, es mantener a los terroristas alejados de Jerusalén. Sólo nueve kilómetros y medio separan Belén de Jerusalén, aunque en la comprimida y escindida geografía de la región, este hecho las sitúa en mundos muy distintos. Una postal puede tardar un mes en llegar de una ciudad a la otra. Belén está en Cisjordania, en un territorio anexionado por Israel durante la guerra de los Seis Días de 1967. Es una ciudad palestina; la mayoría de sus 35.000 habitantes son musulmanes.
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