HUBBLE 3

Casi 20 años después de su lanzamiento, el telescopio espacial Hubble continúa desvelando nuevos secretos sobre la expansión del universo a través de nuevas e inquietantes imágenes. Por Timothy Ferris
A veces es posible verlo en las latitudes medias y en noches despejadas, al anochecer o poco antes del alba, cuando los rayos oblicuos del sol se reflejan sobre los satélites a 600 kilómetros de altura: un punto de luz, no más brillante que una estrella corriente, recorriendo el firmamento en una trayectoria suave y uniforme que las turbulencias de la atmósfera terrestre hacen que parezca intermitente y perturbada. Estos dos adjetivos describen bastante bien sus inicios: tras sufrir repetidos retrasos, fue puesto en órbita, pero resultó ser miope y tuvo que ser reparado por una de las tripulaciones del transbordador espacial y luego mejorado por otras. Aun así, el telescopio espacial Hubble se ha convertido en el instrumento científico más popular del mundo, un instrumento visto (y usado para ver) por más personas que ningún otro artilugio anterior. Los datos que ofrece son un festín para los científicos, y sus maravillosas imágenes de cúmulos estelares, nebulosas y galaxias han hecho que su nombre (homenaje a Edwin Hubble, descubridor de la expansión del universo) sea casi tan conocido como el de Google. Resulta curiosamente apropiado que un telescopio teledirigido se afiance como un símbolo de la ciencia, ya que los instrumentos en general, y los telescopios en particular, impulsaron la revolución científica.