Este reportaje fue publicado en la Geographic de septiembre de 1930, cuando Filipinas pertenecía a Estados Unidos. En aquella época, casi 65.000 kilómetros cuadrados del territorio insular, en su mayoría montañoso y selvático, figuraban en los mapas oficiales como «inexplorados». Texto y fotografías del teniente George W. Goddard
El propósito de la misión era triple: reunir información primordialmente fotográfica que permitiera a la Oficina Forestal del gobierno filipino evaluar el patrimonio maderero; proporcionar a la Oficina de Tierras datos sobre el territorio, contiguo al fértil valle del río Cagayan, con vistas a su parcelación y al asentamiento humano, y en tercer lugar, y como objetivo más importante, suministrar al Servicio Costero y Geodésico estadounidense un conjunto de fotografías que pudieran utilizarse como láminas a partir de las cuales cartografiar la región. La isla de Luzón se caracterizaba por su riqueza en madera de caoba, cuya explotación estaba en manos de los japoneses. La caoba era talada en los bosques más accesibles, situados a lo largo del río, y los troncos, de hasta casi dos metros de diámetro, eran conducidos aguas abajo hasta las embarcaciones fondeadas en el mar. Desde el aire pudieron divisar un buque mercante bajo pabellón japonés cargando la preciada madera frente a la costa. Los expedicionarios partieron hacia Aparri, el puerto más septentrional de Filipinas, donde establecieron su primera base. Realizaron los 560 kilómetros del vuelo en tres horas y cuarto, mientras que para el mismo trayecto en barco se necesitaban cuatro días.
El propósito de la misión era triple: reunir información primordialmente fotográfica que permitiera a la Oficina Forestal del gobierno filipino evaluar el patrimonio maderero; proporcionar a la Oficina de Tierras datos sobre el territorio, contiguo al fértil valle del río Cagayan, con vistas a su parcelación y al asentamiento humano, y en tercer lugar, y como objetivo más importante, suministrar al Servicio Costero y Geodésico estadounidense un conjunto de fotografías que pudieran utilizarse como láminas a partir de las cuales cartografiar la región. La isla de Luzón se caracterizaba por su riqueza en madera de caoba, cuya explotación estaba en manos de los japoneses. La caoba era talada en los bosques más accesibles, situados a lo largo del río, y los troncos, de hasta casi dos metros de diámetro, eran conducidos aguas abajo hasta las embarcaciones fondeadas en el mar. Desde el aire pudieron divisar un buque mercante bajo pabellón japonés cargando la preciada madera frente a la costa. Los expedicionarios partieron hacia Aparri, el puerto más septentrional de Filipinas, donde establecieron su primera base. Realizaron los 560 kilómetros del vuelo en tres horas y cuarto, mientras que para el mismo trayecto en barco se necesitaban cuatro días.
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