Hace 49 millones de años, los dinosaurios hacía mucho que habían desaparecido y el número de mamíferos aumentaba. Algunas especies de aquella época se han conservado bien en el pozo de una mina en Messel, Alemania. Por Hillel J. Hoffmann; fotografías de Jonathan Blair
Se tarda 30 minutos en coche desde el centro de Frankfurt hasta el pozo de Messel, una depresión en forma de cráter flanqueada por vías de ferrocarril y una planta procesadora de basura. El lugar está ahora tranquilo. Unas cuantas cabañas se alzan donde dragas y tractores oruga extrajeron esquistos bituminosos en el pasado. Un guarda hace la ronda por la valla del recinto, única señal de que Messel aún produce algo de valor. Aquí se han desenterrado decenas de miles de fósiles que han sobrevivido a ataques aéreos, a ladrones y a un intento de convertir la mina en vertedero. En 1995, el pozo logró la protección de las Naciones Unidas cuando la Unesco declaró a Messel patrimonio de la humanidad. En el Instituto de Investigación Senckenberg, en Frankfurt, Stephan Schaal y Jörg Habersetzer elaboran un catálogo digital de los hallazgos. Messel capta un momento crítico de la historia de la vida en la Tierra durante el eoceno. Europa era una isla y el yacimiento estaba cubierto por un lago. Una extinción masiva había acabado con los dinosaurios y miles de otras especies 16 millones de años antes, despejando el camino para la diversificación y dispersión explosiva de los mamíferos. En Messel, los paleontólogos tienen por primera vez información de algunos de los recién llegados durante su juventud evolutiva.
Se tarda 30 minutos en coche desde el centro de Frankfurt hasta el pozo de Messel, una depresión en forma de cráter flanqueada por vías de ferrocarril y una planta procesadora de basura. El lugar está ahora tranquilo. Unas cuantas cabañas se alzan donde dragas y tractores oruga extrajeron esquistos bituminosos en el pasado. Un guarda hace la ronda por la valla del recinto, única señal de que Messel aún produce algo de valor. Aquí se han desenterrado decenas de miles de fósiles que han sobrevivido a ataques aéreos, a ladrones y a un intento de convertir la mina en vertedero. En 1995, el pozo logró la protección de las Naciones Unidas cuando la Unesco declaró a Messel patrimonio de la humanidad. En el Instituto de Investigación Senckenberg, en Frankfurt, Stephan Schaal y Jörg Habersetzer elaboran un catálogo digital de los hallazgos. Messel capta un momento crítico de la historia de la vida en la Tierra durante el eoceno. Europa era una isla y el yacimiento estaba cubierto por un lago. Una extinción masiva había acabado con los dinosaurios y miles de otras especies 16 millones de años antes, despejando el camino para la diversificación y dispersión explosiva de los mamíferos. En Messel, los paleontólogos tienen por primera vez información de algunos de los recién llegados durante su juventud evolutiva.
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