MENTIRAS GUBERNA...MENTALES


Cuando se habla de armas secretas, siempre pensamos en sofisticada tecnología, virus mortales o elementos de destrucción masiva. Sin embargo, en la actualidad la mentira, la manipulación y la desinformación han alcanzado una importancia tan elevada en los campos de batalla del siglo XXI que han logrado convertirse en un elemento más del arsenal militar
Los últimos acontecimientos de la política internacional parecen haber dado la razón al periodista norteamericano 1. F. Stone, cuando en uno de los momentos culminantes de la Guerra Fría dijo: «Todos los gobiernos están dirigidos por mentirosos, y nada que salga de ellos debe ser creído». En el arsenal secreto del que disponen los ejércitos y los gobiernos, la mentira es una de las armas más sutiles y destructivas que existen. Dice un aforismo que las mentiras con una dosis de verdad son las más terribles, y no le falta razón. Para el premio Nobel portugués José Saramago:
La manipulación de las conciencias ha llegado a un punto intolerable... Forma parte de una operación de banalización que es cultivada sistemáticamente. Revistas que antes eran de reflexión y pensamiento son ahora frívolas; la televisión, que puede ser un instrumento de educación extraordinario, se ha convertido en eso que algunos llaman muy bien «telebasura». Y hay gente muy interesada en ello, en que sea así. En el fondo esto no es nuevo. Ya en la época de los romanos se daba la política de «pan y circo». Un golpe de efecto genial de las sociedades modernas ha sido convertirnos a todos en actores. Todo hoy es un gran
escenario: es la panacea universal, porqué ha hecho que todos estemos interesados en aparecer como actores. Y desvelamos nuestra intimidad sin pudor: se relatan miserias morales y físicas, porque pagan por ello. Vivimos en un mundo que se ha convertido en un espectáculo bochornoso, en el que se muestra en directo la muerte, la humillación...
Se miente, se altera, se manipula, todo ello invocando el sacrosanto principio de la seguridad nacional, en cuyo altar la verdad es sacrificada una y otra vez. George Kennan, uno de los padres de la CIA, desarrolló en 1947 el concepto de «mentira necesaria» como componente esencial de la diplomacia norteamericana de posguerra. Kennan, situándose en la línea del principio que justifica la utilización de cualquier medio, por odioso que resulte, siempre que el fin sea considerado correcto, propugnaba la puesta en pie de una tupida red mundial de complicidades intelectuales, culturales y periodísticas que permitieran a EE.UU. expandir sus criterios a nivel mundial. Los jefes de esa red, en opinión de Kennan, no deberían dudar en recurrir a la mentira, la manipulación y la intoxicación a gran escala cuando ello conviniera a los intereses norteamericanos.
Uno de los más aventajados discípulos de la doctrina Kennan fue el presidente Ronald Reagan. Cuando su administración fue sorprendida repetidas veces con las manos en la masa elaborando y difundiendo mentiras sobre el Gobierno libio, el secretario de Estado, George Shultz, recurrió para justificar estos desmanes a una cita de Winston Churchill: «En tiempo de guerra, la verdad es tan preciosa que debe ser protegida por una guardia de mentiras». Sabemos que hay diseminados por el mundo cientos de funcionarios de la CIA, con abundantes contactos con los medios de comunicación, cuyo trabajo consiste en expandir «mentiras necesarias» y cada día vemos el fruto de su trabajo en nuestras televisiones, nuestras radios y nuestros periódicos.

Fuente Consultada: Lo Que Los Gobiernos Ocultan de Iker Gimenez


Tensión en Libia: Claro que, cuando al secretario de Estado estadounidense se le ocurrió parafrasear al mítico premier británico de la Segunda Guerra Mundial, los EE.UU. no estaban en guerra con Libia, a lo que Shultz repuso que, si bien esto era cierto, se encontraban «muy cerca» de una guerra propiamente dicha. No obstante, el secretario de Estado parecía tener cierta confusión mental respecto al orden de los acontecimientos. Históricamente, las agencias de inteligencia británica y estadounidense llevaban años empeñadas en una campaña para minar interior y exteriormente al régimen libio. Se llegó incluso a trazar planes para asesinar al presidente de este país, el coronel Muamar Gadafi.
El prosovietismo y el panislamismo africano de Gadafi irritaban a Estados Unidos. La administración de Ronald Reagan lo acusó invariablemente de dar cobijo a terroristas internacionales, de financiar sus atentados y de sostener campamentos de adiestramiento de grupos revolucionarios de todo el mundo (aunque fundamentalmente extremistas palestinos), campaña que no parecía seguir ninguna lógica estructurada. Se ha mencionado al IRA, ETA, los separatistas musulmanes filipinos o los Panteras Negras de Estados Unidos como organizaciones que han recibido alguna vez la asistencia del Gobierno libio. La culminación de este estado de cosas llegó en abril de 1986, cuando Reagan ordenó bombardear Trípoli. La justificación para esta incursión aérea fue la presunta implicación del Gobierno libio en un atentado en Berlín que le costó la vida a varios militares norteamericanos, algo que está muy lejos haber sido demostrado fehacientemente. El ataque aéreo se saldó con la muerte de decenas de víctimas civiles inocentes incluida la hija adoptiva del coronel Gadafi, Hanna.
A partir de entonces el conflicto rebrotó esporádicamente (derribo por cazas norteamericanos de dos Mig libios en enero de 1989, acusación de construir armas químicas en una planta industrial en Rabta), aunque con tensión decreciente, y lo cierto es que Gadafi moderó progresiva y sutilmente sus diatribas antioccidentales al tiempo que sus actividades exteriores se hicieron más discretas. Las excentricidades anecdóticas del dictador libio se espaciaron, pero no desaparecieron. Así pues, parece que lo que había colocado a los EE.UU. «muy cerca» de una guerra abierta con Libia era precisamente la «guardia de mentiras» elaborada para justificar la escalada de tensión con el régimen de Trípoli. Suponemos que no era precisamente eso lo que tenía en mente Winston Churchill el día que pronunció su célebre frase.


El eje del mal: En mayo de 2002 la Administración norteamericana comenzó a utilizar las mismas tácticas para acosar al régimen de Fidel Castro, incluyendo a Cuba en el llamado «eje del mal» e inculpando a este Gobierno en la fabricación y distribución de armas químicas y biológicas. El propio Castro tuvo que salir a la palestra días después para desmentir esta afirmación y sostuvo que cualquier científico que su Gobierno encontrara trabajando en ese campo sería acusado de traición. Castro desafió a los norteamericanos a que presentaran «la más mínima prueba». «No tienen ninguna y no la tendrán, porque no existen», afirmó.
Los estadounidenses también han sido víctimas de este tipo de manipulaciones informativas de carácter interesado. Durante la Guerra Fría los comisarios políticos soviéticos se las ingeniaron para convencer a sus conciudadanos y a buena parte de su esfera de influencia de que los EE.UU. eran una suerte de zona de guerra en la que la mafia, la corrupción y la violencia reinaban por doquier. Cada asesino en serie, cada francotirador perturbado que trepaba a lo alto de una torre para terminar con las vidas de un puñado de sus ciudadanos era recogido y magnificado en las páginas del Pravda como prueba evidente de las miserias del sistema capitalista. Mayor aún fue el empeño que pusieron durante la década de los ochenta en demostrar (fuera cierto o no) que el sida no era sino un experimento malogrado y fuera de control de armamento biológico. La historia, que de por sí cuenta con no pocos elementos inquietantes, prendió con rapidez y facilidad en muchos de los países no alineados, como la India, donde esta versión cuenta con una gran popularidad entre la opinión pública de aquel país.
Leyendas urbanas cuya raíz se encuentra en los más profundos temores colectivos de la ciudadanía también fueron sabiamente manipuladas por los propagandistas soviéticos. Tal fue el caso de algunos países latinoamericanos donde los rusos hicieron circular la historia de que ciudadanos estadounidenses se estaban dedicando al secuestro indiscriminado de menores de edad para asesinarlos y posteriormente traficar con sus órganos. Como suele suceder con las leyendas urbanas, esta historia fue extendiéndose y creciendo, variando la forma y los detalles de país en país hasta llegar a nuestros días. Muestra de lo arraigado que ha llegado a estar en la población este bulo es el hecho de que en Guatemala se llegara a creer la del caso de que turistas estadounidenses fueran agredidos por indignados ciudadanos que los tomaron por traficantes de órganos.


Engañando a la prensa: Una de las más viejas recetas utilizadas por los servicios de inteligencia para desinformar a sus propios ciudadanos es aquella que consiste en colocar una determinada noticia en un medio de comunicación extranjero y hacer que termine llegando al propio país merced a la colaboración de periodistas amigos. Un informe de 1977 recogido por el rotativo New York lflmes asegura que esta práctica fue habitual durante la guerra de Vietnam. Se buscaba de esta manera apaciguar los ánimos pacifistas de buena parte de la población estadounidense haciéndoles llegar noticias tranquilizadoras atribuidas a fuentes presuntamente desinteresadas.
También parece ser que la información que recibieron los estadounidenses respecto a la dictadura chilena y la intervención de su país en el golpe de Estado que llevó al poder al general Pinochet fue convenientemente parcial e inexacta gracias a la oportuna intervención de la CIA.
En este punto resulta sumamente ilustrativa la historia de John Stockwell, quien en su momento fue jefe de la oficina de la CIA en Angola. Cuenta este ex espía cómo en un momento consiguió colocar en la prensa africana una historia falsa sobre soldados cubanos violando a mujeres angoleñas y, a los pocos días, vio cumplido su propósito al ver la misma historia reproducida en las primeras planas de los principales diarios estadounidenses.
Hace bien poco, con el caso de Iraq, hemos podido comprobar cómo la mentira se utiliza impunemente para dar cober tura y justificación a aventuras militares de dudosa legitimidad moral. Sin embargo, no es la primera vez que se hace algo así por parte de los Estados Unidos. En su día, el presidente Johnson utilizó el llamado incidente del golfo de Tonkín como pretexto para meter a los Estados Unidos de lleno en la guerra de Vietnam. El citado incidente se declaró cuando presuntamente destructores americanos fueron atacados desde la costa de Vietnam del Norte. No obstante, la historia y la documentación han demostrado que dicho ataque no se produjo jamás.
Otra forma de mentir es ocultar la verdad. Durante la pasada campaña iraquí pudimos comprobar que las llamadas «armas inteligentes>~ no lo eran tanto, y que entre daños colaterales y fuego amigo se produjeron tantas o más víctimas que las causadas por los combates propiamente dichos. Buen ejemplo de esto es la ocultación de un informe elaborado tras la primera guerra del Golfo, en el que se cuestiona la eficacia de los misiles Patriot, la joya de la defensa antimisiles estadounidense. Según este informe, durante aquella campaña los Patriot no solo fallaron la mayoría de sus objetivos, sino que, además, produjeron considerables daños en las ciudades que presuntamente estaban destinados a defender.


El caso Ummo: La imaginación de los desinformadores al servicio de las agencias de inteligencia parece no tener límite. Durante la Guerra Fría, el KGB llevó a cabo una serie de «experimentos» destinados a comprobar el potencial del fenómeno ovni como elemento propagandístico y de control de la población. De hecho, parece ser que la mano del servicio secreto soviético podría encontrarse detrás de al menos una parte de los casos más apasionantes de la historia ufológíca mundial, el caso Ummo.
Recapitulando brevemente, diremos que el caso Ummo surge cuando en los años sesenta determinados grupos de contactistas y ufólogos empiezan a recibir a través del correo unos misteriosos informes en los cuales los propios remitentes afirman ser habitantes de un planeta llamado UMMO que orbita alrededor de la estrella IUMMA, que nosotros llamamos Wolf 424, a 14,6 años luz en la constelación de Virgo. Estos informes se recibían en muchos países, aunque fue precisamente España el país en el que se centró la mayoría de ellos. Se puede pensar que se trataba de una simple broma, pero el contenido de los mismos logró intrigar a mucha gente debido a los temas que trataban. ¿Qué tenían de particular estos informes? En primer lugar, su ausencia de contenido mesiánico. No son mensajes redentoristas de «amor y paz» como los que en aquella época recibía Eugenio Siragusa, otro célebre contactado. Son informes fríamente expositivos, muchos de ellos de un elevado nivel científico.
No se trata de especulaciones ni de mera palabrería seudocientífica, sino una impecable muestra de planteamientos cosmológicos e incluso técnicos sumamente desarrollados para aquella época. Precisamente fue este elevado nivel científico lo que, según el investigador Jacques Vallée, hizo sospechar a los servicios de inteligencia franceses que algo muy extraño estaba sucediendo alrededor de toda esta historia. Así, sucesivas pesquisas los llevaron a la conclusión de que agentes del servicio secreto soviético se estaban infiltrando en los grupos contactistas con el fin de llevar a cabo un ambicioso experimento sociológico sobre la manipulación de las creencias religiosas con fines propagandísticos. De hecho, más tarde se pudo comprobar que algunas de esas teorías expuestas en la correspondencia de los presuntos extraterrestres tenían su fiel reflejo en los trabajos de algunos de los más brillantes científicos soviéticos del momento, algunos de ellos incluso deportados por su disidencia política. Se trataba, por tanto, de datos a los cuales el KGB hubiera podido tener fácil acceso.
La infiltración de espías en sectas de todo tipo no es algo nuevo. Las sectas y los movimientos religiosos son utilizados como un arma extraordinariamente eficaz para desestabilizar gobiernos y propagar toda clase de creencias y doctrinas. Por otra parte, la infraestructura de la secta también puede servir para dar cobertura a las redes de espionaje, convirtiéndose en una tapadera inmejorable para lograr cualquier objetivo.


Mentiras en la última guerra del Golfo: La guerra de George Bush contra Iraq supuso una escalada tan importante en la intensidad y perversidad de la propaganda vertida por los medios de comunicación estadounidenses que para encontrarle precedentes comparables habría que remontarse al Ministerio de Propaganda del doctor Goebbels en los peores tiempos del Tercer Reich. Durante el conflicto se produjo toda una serie de exageraciones y encubrimientos barnizada por una calculada capa de mentiras y la represión total de cualquier disentimiento significativo. Impedir que la verdad sea conocida es permitir que la opinión pública se base en argumentos falsos. Esto tiene como consecuencia que el pueblo apoye de corazón una guerra ilegal, con su estigma de muerte y sufrimiento permanente para decenas de miles de seres humanos.
Tal vez habría que modificar la legislación internacional y considerar a los responsables de difundir, a sabiendas, información falsa o suprimir datos fundamentales para la opinión pública durante una guerra —en resumen, a practicar la desinformación— como culpables de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en general, actos que deberían estar sujetos a responsabilidades penales.
La segunda guerra del Golfo fue un campo abonado para estos abusos. En las primeras etapas del conflicto, EE.UU. anunciaba orgulloso su victoriosa y rápida ofensiva, que se había encontrado con escasa resistencia por parte del ejército iraquí, algunos de cuyos efectivos incluso saludaban a las tropas occidentales como «libertadores», dándoles la bienvenida.
Nada más lejos de la verdad. Cuando se dieron estas noticias, el sábado 22 de marzo de 2003, las fuerzas americanas no habían alcanzado ni siquiera el límite sur de la zona de exclusión aérea, una línea imaginaria que pasa aproximadamente a través del paralelo 32 a la altura de la ciudad de An Najaf, aproximadamente a 150 kilómetros al sur de Bagdad. Así que, en realidad, las tropas americanas habían estado cruzando un territorio que ya tenían asegurado desde hacía años ejerciendo sobre él un absoluto control aéreo. Resumiendo, las tropas americanas no habían empezado a luchar todavía. Esto quedaría de manifiesto durante las semanas siguientes, cuando comenzó la resistencia del ejército iraquí y, con ella, las primeras imágenes de muertos y prisioneros estadounidenses.
Algo similar sucedió respecto a los familiares de las tropas, presentados en la televisión estadounidense como partidarios entusiastas de la guerra de Bush, conscientes patriotas que veían cualquier baja como un «héroe americano». Una manipulación que en su momento resultó muy conveniente para preparar a la opinión pública respecto a las bajas que aún estaban por venir e imposibilitar los disentimientos potenciales entre los familiares de las futuras víctimas.


Traficando con las víctimas: También en este caso la verdad discurría por caminos muy diferentes. Un número creciente de familias de militares estaba rebelándose contra Bush. Un grupo de esposas de soldados había puesto en marcha a través de Internet una campaña llamada «la cuenta atrás de Bush» con un reloj en el que se contabilizaba el tiempo que quedaba hasta que el presidente dejase su cargo, momento en el que proyectaban celebrar una gran fiesta a nivel nacional. Este grupo también planeaba organizar una magna campaña contra Bush en las próximas elecciones para asegurar su derrota y que así nunca más pudiera poner en peligro inútilmente las vidas de sus seres queridos.
Cuando un joven marine de Baltimore murió en la mañana del 22 de marzo, el popular programa de televisión Today Show quiso presentar la noticia con el giro usual en estos casos —ha caído un guerrero, un héroe, su familia está orgullosa de que sacrificase su vida, etc.—. Pero la televisión local WBAL consiguió ofrecer la historia real que, claro está, se suprimió en Estados Unidos aunque pudo ser vista en Europa. Gracias esta pequeña emisora pudimos ver al padre sosteniendo un retrato de su hijo fallecido mientras decía:
Quiero que el presidente Bush eche una buena mirada a esto, una mirada muy detenida. Este es el único hijo que yo tenía, mi único hijo.
En ese momento el hombre se alejó deshecho en lágrimas, con su familia detrás de él. La mirada de aquel padre hablaba más claramente que cualquier cosa que pudiéramos escribir. Parecía decir: «Estás mirando, Bush? ¿Realmente te importa algo lo que le ha pasado a mi hijo?».
El señor Water-Bey, el padre de este soldado caído es negro... como lo fue un número desproporcionado de la bajas de aquella guerra. Curiosamente, en la mañana del 23 de marzo la periodista Katie Couric entrevistó a Water-Bey en el Today Show... intentando infructuosamente extraer el talante patriótico de la afligida familia que se sentaba ante ella con un rostro pétreo de intenso sufrimiento.., fue en vano. Sin embargo, a lo largo del día 24, Water-Bey protagonizó una sorpresiva declaración de disculpa por lo que había dicho a Bush. ¿Qué tipo de presiones sufrió el padre de este soldado muerto entre la tarde del 22 y la del 24 de marzo?
Según una información del rotativo USA Today fechada el 22 de marzo, algunos soldados declararon que se negarían a luchar porque consideraban que esta era una guerra inmoral y perversa. En su cobertura de la noticia, USA Today atentó gravemente contra todos los principios de la objetividad periodística al solicitar en su titular que estos soldados fueran condenados como cobardes. El titular fue alterado unas horas más tarde suprimiendo esta desafortunada frase, debido a una oleada de llamadas telefónicas por parte de lectores indignados.


La mentira del cincuenta por ciento: Esta clásica técnica de desinformación se usa para inflar la opinión sustentada por un determinado medio de comunicación, al tiempo que se minimiza el disentimiento contra esa opinión. Para agregar aún más cinismo al fraude, los perpetradores suelen presentar estas noticias como procedentes de «fuentes imparciales». La mentira del cincuenta por ciento es un clásico cuando se trata de manifestaciones. En nuestro país ha sido utilizada en diversas ocasiones, en especial en lo referente al conflicto vasco, donde tanto uno como otro bando la han empleado en diversas ocasiones en función de sus intereses del momento. Se trata de, en lugar de ofrecer el número real de manifestantes que toman las calles para protestar por determinada causa, informar de que se manifestaron grupos tanto a favor como en contra, sin especificar el volumen de cada uno de los grupos, lo que inconscientemente da la sensación de que existió un número similar de manifestantes en ambos bandos.
Este tipo de tácticas fue ampliamente utilizado en los Estados Unidos durante la segunda guerra del Golfo. Veamos un ejemplo: en un momento culminante de las protestas internacionales contra la guerra, en las que intervinieron millones de personas en todo el mundo, un titular de la página principal de America Online describió esta situación histórica como una reacción «de división ante la guerra a nivel mundial». ¿Reacción de división? Es como decir que España es un país dividido entre los que hablan castellano y los que se expresan en latín. He aquí otro ejemplo de cómo la información tendenciosa puede ser utilizada como arma de guerra.
La realidad es que el número de manifestantes contrarios a la guerra en todo el mundo excedió al número de manifestantes a favor en, como poco, una proporción de 1.000 a 1. La mayor manifestación a favor de la guerra que se pudo contabilizar en todo el planeta contó con la presencia de 6.000 personas y tuvo lugar cerca de Valley Forge, Pensilvania. Con todo, parece que estas protestas minoritarias fueron patrocinadas por medios de comunicación afines a las tesis del Gobierno estadounidense.
El colmo del descaro informativo llegó el 22 de marzo, cuando Fox Television ofreció imágenes de los centenares de miles de manifestantes que en Nueva York abarrotaron Broadway y Times Square con un titular que rezaba: «Protestas a favor y contra la guerra por todo el país».
En la NBC (conocida en los medios de la izquierda estadounidense como la Nazi Broadcast Corporation) la situación fue aún peor. La protesta de Nueva York —más de 200.000 personas—, se llevó a cabo de forma paralela con una diminuta manifestación de extrema derecha en un pueblo de California. Poco después se afirmaba que la protesta de Londres —por encima de 500.000 seguidores— no fue tan grande como se esperaba...
Una manifestación antibelicista en Beirut fue presentada por el comentarista de la NBC como «a favor de Sadam Husein», a pesar de las múltiples pancartas de «no a la guerra» que presentaban las imágenes. Como colofón a esta farsa, el presentador Tom Brokaw comentó que lo que se acababan de presentar eran las pruebas de un «mundo profundamente dividido». En fin, si presentar a una abrumadora mayoría de ciudadanos opuesta a los designios de los gobernantes de tres países como un «mundo profundamente dividido» no es mentir, es algo que se le aproxima mucho.
Otra técnica similar es presentar en los sondeos callejeros un número igual de declaraciones a favor de ambas posturas cuando no existe realmente esa proporción. En una información verdaderamente imparcial y exacta, el número de declaraciones presentado debe reflejar la situación real. Lo contrario es falsear algo que se suele mostrar como «la opinión de la calle».
Aunque quizá la cadena que mostró una posición más tendenciosa durante el pasado conflicto de Iraq fue la Fox, que ya durante la guerra de Afganistán se reveló como la sucesora de la CNN en cuanto a depositaria de la «versión oficial» de los militares estadounidenses. Un ejemplo de esto es un curioso anuncio propagandístico emitido en su momento por la Fox. Este se emitió en una pausa publicitaria tras la información de las protestas antibelicistas que estaban teniendo lugar en todo el planeta. En el anuncio aparecían cinco presuntos estudiantes universitarios que dicen... «Nosotros hablamos... nosotros escuchamos... nosotros nos unimos.., en apoyo a nuestras tropas...». Al final del anuncio no se hace ninguna referencia respecto a quién ha sido el patrocinador. ¿El Departamento de Defensa? ¿La propia Fox en un ataque de patriotismo extremo?


En resumen, es de vital importancia que tengamos en mente la existencia de estas técnicas de manipulación y distorsión de la información porque, como quedó demostrado en el caso de la última guerra de Iraq, los campos de batalla del futuro no solamente serán cosa de disparos y misiles, sino que incluirán la conquista de la opinión pública mundial, cuyo creciente protagonismo la convierte en un factor a tener en cuenta por todo estratega.


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